jueves, 29 de mayo de 2014

CARLOS V: POLÍTICA INTERIOR Y POLÍTICA EXTERIOR

INTRODUCCIÓN 
Tras morir Isabel I de Castilla en 1504, la corona pasó a su hija Juana I (“la Loca”), pero su incapacidad mental motivó que fuese su esposo Felipe (“el Hermoso”) quien en realidad ejerciera el poder. Con la muerte de éste en 1506, el reino de Castilla pasaría, como regente, a manos de Fernando el Católico (que -recordemos- seguía siendo rey de Aragón). Cuando éste fallece en 1516 y tras otra breve regencia del cardenal Cisneros, en 1517 fue proclamado rey Carlos de Gante (I de Castilla y, poco después, V como emperador de Alemania), hijo de Juana y Felipe. Juana I nunca fue destronada oficialmente, pero su vida pasó apartada en un convento de Tordesillas, sin que nunca interviniera en los asuntos políticos.

POLÍTICA INTERIOR 
Carlos I había recibido una gran herencia: sus posesiones principales eran Castilla, Navarra y los territorios del Nuevo Mundo (recibidos de su abuela Isabel I de Castilla); de su abuelo Fernando II de Aragón: Aragón, Cerdeña, el reino de Nápoles, Sicilia y algunas ciudades norteafricanas; y de los abuelos paternos (Maximiliano de Austria y María de Borgoña) diversas posesiones europeas (Flandes, el Franco Condado, el Ducado de Borgoña y algunos territorios en Austria y Alemania). A todos ellos habría que añadir poco después el título imperial del Sacro Imperio Romano-Germánico. 
Al comienzo del reinado de Carlos I se produjeron dos rebeliones internas:
  • Revueltas de las Comunidades (1520-21) está relacionada con el rechazo que sentían muchos habitantes de Castilla hacia la “invasión” de extranjeros flamencos que llegaron como consejeros y amigos personales del nuevo monarca. Las primeras decisiones del rey fueron especialmente equivocadas, pues nombró a dos compatriotas suyos para dos de los cargos más importantes (Arzobispo de Toledo y Presidente de las Cortes). En la sesión de Cortes para nombrarlo rey, los procuradores (representantes de las ciudades) exigieron al rey varios compromisos: debía vivir en este reino, respetar las leyes tradicionales de Castilla, no debía dar cargos a extranjeros y aprender la lengua castellana lo antes posible. La aceptación del rey evitó de momento la rebelión. Pero al poco tiempo muere su abuelo Maximiliano de Austria, por lo que los príncipes alemanes tenían que elegir a su sucesor como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Había dos candidatos: el rey francés Francisco I y Carlos I. La elección de Carlos en julio de 1519 le costó al rey español una suma inmensa de dinero en sobornos y en deudas con algunos banqueros. Cuando Carlos convoca en la Coruña una reunión de Cortes para conseguir dinero para su viaje a Alemania y así hacerse coronar emperador, la tensión era enorme. Finalmente las Cortes dieron su consentimiento. En el mismo momento que salió del país empezó la revuelta en Toledo y Segovia, y poco después se extendió a otras muchas ciudades castellanas. La de las Comunidades fue por tanto una rebelión política nacionalista, pero mezclada con aspectos sociales, puesto que, aunque iniciada por las ciudades, se sumaron a ella numerosos campesinos castellanos en contra de sus señores. Por ese motivo muchos nobles que al principio simpatizaban con la causa de los comuneros se cambiaron al bando del rey. Esto decidió el resultado de la guerra. Los rebeldes intentaron conseguir sin éxito la ayuda de la reina Juana. En la batalla de Villalar (1521) los comuneros fueron derrotados por el ejército real con la ayuda de la alta nobleza y, como consecuencia, sus líderes ejecutados. 
  • La revuelta de las Germanías (1520-21) fue un conflicto más social que político. Comenzó como una violentísima revuelta de los artesanos y los pequeños comerciantes valencianos contra la nobleza y alta burguesía, sectores que gobernaban las ciudades. Más adelante la rebelión se extendió a la isla de Mallorca, perteneciente también a la corona aragonesa. Los trabajadores de Palma de Mallorca se rebelaron contra los nobles que dominaban las ciudades y les agobiaban con altos impuestos. El ejército real, de nuevo con la ayuda de los nobles valencianos y mallorquines, aplastó la rebelión al año siguiente de iniciarse. Como consecuencia de estas dos revueltas, los grandes beneficiados fueron la alta nobleza y la propia monarquía, porque los Consejos (cuyos miembros, nobles en su mayoría, eran nombrados por el rey) consiguieron un mayor protagonismo gracias a las Cortes. En cambio la burguesía pasó a un segundo plano. A partir de ahora el reino de Castilla siempre obedecerá a los deseos del rey. Otro problema del reinado de Carlos V y de todo el siglo XVI fue la deuda permanente de la hacienda pública, puesto que con los crecientes impuestos y con el oro y plata americanos no había suficiente para pagar las costosas guerras exteriores que afrontó el emperador. Los principales impuestos tradicionales eran las alcabalas (10 % de todas las transacciones comerciales) y las aduanas. La deuda gigantesca que acumuló Carlos V con banqueros europeos (Fugger, Welsser…) fue una de las causas de su abdicación. Durante el reinado de Felipe II el problema aumentó.
POLÍTICA EXTERIOR
El sueño de Carlos V era formar un único estado cristiano europeo para luchar contra los enemigos del catolicismo. Los dos principales problemas de la Europa Católica eran el Imperio Turco u Otomano y la aparición del protestantismo. A ambos enemigos se unió su rivalidad con el rey francés Francisco I. Contra franceses, protestantes y turcos hubo un estado de guerra casi permanente. 
  • Los turcos estaban expandiéndose por el norte de África y Europa Oriental, por lo que los territorios austriacos estaban en peligro. Además la piratería practicada por barcos turcos era un serio problema para la navegación por el Mediterráneo. En el enfrentamiento con los turcos hubo una victoria (conquista de Túnez, 1535) y un fracaso (batalla de Argel, 1541). 
  • El problema del protestantismo: la idea imperial de Carlos V se basaba en la unidad religiosa de Europa en torno al catolicismo. Por tanto no podía aceptar que algunos súbditos suyos (Lutero y los primeros seguidores de sus ideas reformadoras eran alemanes) se rebelaran abiertamente contra el Papa. Primero el rey intentó solucionar los problemas: en las Dietas de Worms (1521) y Spira (1529) se intentó la reunificación, pero estos intentos fracasaron. El problema entre catolicismo y protestantismo se agravó cuando los príncipes de los estados alemanes luteranos se unieron en la Liga Smalkalda y hubo varias guerras contra las tropas imperiales. Finalmente el emperador Carlos tiene que aceptar en la Paz de Augsburgo (1555) el derecho de cada príncipe alemán a elegir la religión que quiera. 
  • Además, Carlos I tuvo que defender la superioridad hispánica en Europa frente Francisco I, rey de Francia. Los motivos del enfrentamiento fueron la disputa por varios territorios: Italia, Navarra, Rosellón, Cerdaña y Borgoña. Las alianzas con Inglaterra y Portugal (el rey se casó con una princesa portuguesa llamada Isabel) sirvieron para aislar aún más a los franceses. Hubo cuatro guerras entre las dos potencias, todas favorables a Carlos, destacando la batalla de Pavía (1525), en la que el Francisco I fue hecho prisionero. Como consecuencia, en el posterior tratado de Madrid el Milanesado quedó en poder de España. En resumen, el proyecto imperial de Carlos V de constituir una Europa unida bajo la fe católica –idea que podemos considerar más bien medieval y atrasada- provocó un estado de guerra permanente y acabaría fracasando, puesto que los turcos continuaron siendo una amenaza para Europa Oriental y para la navegación por el Mediterráneo, y el protestantismo se implantó en gran parte de Alemania y se extendió por numerosos países de Europa Central, Occidental y Septentrional. Por otro lado, la rivalidad y el enfrentamiento con Francia se mantendrá durante el reinado de su hijo Felipe II. Las continuas guerras fueron soportadas gracias a los hombres y recursos de Castilla, que se convirtió en el centro del Imperio (de hecho, el rey instaló su corte en la ciudad de Toledo). Pero ni siquiera contando con las grandes riquezas que traían los barcos procedentes de América se podía pagar esa ilógica política. Cansado, decepcionado por los fracasos, enfermo y con las arcas del estado prácticamente en ruina, Carlos abdicó en 1556, dejando a su hermano Fernando la corona imperial y los territorios de Austria y Alemania; y a su hijo Felipe II el resto. Se retiró al cacereño monasterio de Yuste, donde moriría dos años después. 
CONCLUSIÓN 
Aunque la monarquía hispánica en el s. XVI se convirtió en la gran potencia hegemónica de Europa, lo cierto es que bajo su aparente grandeza económica y política iba creciendo el germen de su decadencia futura, que se manifestó en el siglo siguiente. 
El s. XVI fue un periodo de la historia de España en el que se combinaron las luces y las sombras: junto a las grandes conquistas en el Nuevo Mundo convivieron el endeudamiento de la monarquía y el empobrecimiento de Castilla, en beneficio de la banca, la industria y el comercio extranjeros. 



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